jueves, 12 de febrero de 2009

Más sobre el lenguaje

Pararse frente a las cosas,
como si todas fueran primeras cosas.
Mirar,
como si todas las visiones,
fueran primeras miradas.

Ver el mar;
pero sin galileo.
Una luz;
pero sin la clase de elctrecidad.
Una mujer;
sin la madre.

Arrancar las flores como Alberto Caeiro,
la primera inocencia de A. Machado,
los nuevos ojos de Proust.
Que todo paisaje sea un nuevo paisaje.
toda mujer sea primera mujer.
Tomar el aire con los pulmones de Adán.

No interpretar nada.

En última instancia,
hacerlo con la inocencia del que acaba de llegar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Así como la mirada inaugura mundos, también lo hace la palabra.

Francisco Rovira dijo...

Es más, creo que sólo la palabara inaugura mundos, la mirada solo descubre y se asombra.